sábado, 12 de marzo de 2016

¿TE GUSTARÍA SABER GESTIONAR TUS EMOCIONES Y LAS DE TUS JUGADORES?


Hace un par de días, un amigo me contaba que su equipo estaba “perdiendo los nervios” con facilidad durante los últimos partidos. Ante situaciones de cierta tensión como decisiones arbitrales, reproches, acciones que no salen bien, etc. los nervios se apoderaban de ellos y comenzaban a actuar como si no fueran los mismos (deportivamente hablando). Y esta transformación les llevaba irremediablemente a un mal resultado.

¿No le ha pasado esto alguna vez a tu equipo? ¿Y a ti como entrenador?

Es difícil templar los nervios de normal y más aún en estas circunstancias.

¿Cuánto darías por saber como controlar las emociones de tus jugadores o las tuyas?

Desde hace varias décadas la inteligencia emocional ha sido reconocida como fundamental a la hora de no solo identificar los estados emocionales sino también de saber controlarlos, así como identificar y conectar con los de la gente que nos rodea.

En esta imagen puedes ver la relación entre lo que sentimos y lo que hacemos con respecto a nosotros mismos y a los demás.




¿En que cuadrantes te encuentras tú o tus jugadores cuando perdéis los nervios y consecuentemente el control de vuestras acciones?

En el número 1 - Autoconciencia: que sería la habilidad de reconocer e identificar las emociones en uno mismo, así como su origen.

Y en el número 2 - Autocontrol: que sería la capacidad de controlar los impulsos.

Teniendo en cuenta esto, te propongo 

8 pasos para mejorar tu inteligencia emocional y la de tus jugadores


1. Averigua que emoción hay detrás de tus acciones
Todas las personas tenemos 6 emociones básicas que no podemos hacer desaparecer: tristeza, enfado (ira), alegría, miedo, asco y sorpresa. Cuando estas emociones las unimos a un pensamiento, aparecen los sentimientos.
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Como puedes ver los sentimientos si pueden aparecer y desaparecer, pues dependen del pensamiento que asociemos a la emoción. Pero las emociones siempre van a estar en tu interior; naciste con ellas y morirás con ellas.

Por lo tanto, es fundamental que sepas reconocerlas y entender como influyen sobre ti. Cuando haya algo que durante un entrenamiento o un partido te haga tener un sentimiento negativo, párate un segundo y piensa que emoción hay detrás.

 

2. Aprende a expresar lo que sientes

Llega ese momento del partido en el que estás nervioso o enfadado y comienzas a no rendir al 100%. Y no vale con decir: “el árbitro me está poniendo nervioso” o “estoy enfadado porque no me salen las cosas”.

Tienes que ser mucho más específico y concretar con más palabras cómo es tu estado emocional en ese momento: decepcionado, angustiado, presionado, ninguneado, etc.

Si tienes un vocabulario extenso con el que describir exactamente tus sentimientos podrás dominar el lenguaje de lo que estás experimentando. Solo entonces podrás saber que te pasa a ti o a tus jugadores cuando sentís determinadas emociones.

En este sentido, prueba con tus jugadores. Cuando veas que se enfadan por algo o tienen miedo a realizar alguna acción o los nervios les superan, diles que intenten explicar con al menos 5-8 palabras cómo se sienten realmente.

 

3. Las emociones te pueden engañar

Muchas veces las emociones primarias de las que te hablaba antes dan pie a otras emociones. En estos casos puedes creer que sientes una cosa cuando el origen es una emoción diferente.

Voy a ponerte un ejemplo.

Imagina que uno de tus jugadores se siente traicionado por ti porque no le has sacado de titular en el partido más importante de la temporada. Aparentemente, la emoción originaria de ese sentimiento (traición) sería el enfado.

¿Pero lo es realmente?


Si indagas en qué ha provocado su sentimiento (traición), es probable que  descubrieras que la emoción original causante no sería el enfado, sino la tristeza. Está enfadado porque le ha causado mucha tristeza comprobar que pese a realizar una semana muy buena de entrenamientos, tú no has valorado su esfuerzo como él esperaba.

 

4. No es bueno juzgar tus sentimientos

La función de las emociones es darte información sobre lo que está ocurriendo. En el caso de las emociones negativas te servirán para prevenirte, así que no te obsesiones con ellas. Entiéndelas y obtén toda la información posible para enfrentarte al reto del que te está avisando.

  • El miedo te avisa de que no tienes recursos para solucionar lo que está pasando.
  • El enfado lo vas a sentir cuando vulneren tus derechos o necesidades. Te llevará hacia el ataque o la defensa para hacerte respetar.
  • La tristeza te indica la pérdida de algo que es valioso para ti y te prepara para superar esa ausencia.
¿Te has parado a pensar hacia donde te llevan estas tres emociones si te surgen durante un entrenamiento o un partido?

Tómalas en cuenta únicamente como la información que te ayudará a ser más consciente de ti mismo.

 

5. Aprende a interpretar cómo habla tu cuerpo

Una buena forma de identificar emociones es a través del lenguaje corporal. Según sea tu estado de animo o el de tus jugadores, así responderá el cuerpo.

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Por ejemplo, hay jugadores que cuando empiezan a enfadarse porque no les sale algo, comienzan a hacer aspavientos con los brazos (como quejándose). Otros sin embargo, se llevan las manos a la cabeza (como desesperación). 

¿Cómo reacciona tu cuerpo ante una emoción o sentimiento negativo?

Te propongo que hagas una prueba. Proporciona a cada jugador y a cada componente de tu cuerpo técnico una hoja y un lápiz. Explícales que les vas a preguntar sobre los sentimientos negativos que pueden surgir durante un partido o un entrenamiento. Deben escribir cómo se comporta su cuerpo en esas circunstancias. Que no escatimen en detalles y escriban hasta el más mínimo movimiento. Después leed en voz alta cada situación y reflexionad al respecto.

Si sois capaces de relacionar este tipo de cambios en vuestro cuerpo con vuestras emociones seréis capaces de detectarlas mucho antes y en consecuencia, controlarlas.

 

6. Si Controlas lo que piensas, controlarás tu comportamiento

Muchos jugadores y entrenadores se excusan diciendo que cuando una situación emocional negativa les invade, pierden el control y no son dueños de sus actos. Vale, sí, tienen razón, pero sólo en cierta parte.

Como te decía en el primer paso, los sentimientos son el resultado de la emoción y de lo que piensas sobre esa emoción. No puedes evitar la emoción, pero sí que puedes modificar tus pensamientos al respecto.
 
El reto es entonces prestar atención a la emoción que empiezas a sentir porque automáticamente te va a invadir un pensamiento. Decide entonces qué pensamiento quieres tener y cómo deseas comportante.

 

Y para elegir que pensamiento quieres tener, lo mejor es hablarte a ti mismo. Sí, sí, escúchate con tus propias palabras qué es lo que quieres hacer. Lo que digas, lo pensarás.

 

 

7. Averigua por qué los demás hacen lo que hacen

Un gran error que comentemos todos los entrenadores es juzgar las reacciones de nuestros jugadores. Y me atrevería decir que casi nunca vemos qué es lo que hay detrás de esas reacciones.

¿Qué emociones, sentimientos y pensamientos puede estar experimentando uno de tus jugadores cuando su actitud es discutir contigo constantemente?

¿Te has parado a pensar que es posible que te tenga miedo y crea que la mejor forma de defenderse sea alterándote?

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¿Y cuando discute con el árbitro y se va del partido?

¿Podría ser que siente miedo porque ha hecho algo mal y no quiere perder tu confianza y se excusa en el árbitro para echar la culpa a otros?

Buscando el por qué de las reacciones conseguirás entender a tus jugadores. Y cuando cojas el hábito de hacerlo podrás entender que, casi siempre, tienen motivos para hacer lo que hacen.

 

 

8. Utiliza la asertividad para expresar tus emociones

Bueno pues ya casi estamos terminando. Ya has aprendido a identificar y poner nombre a tus emociones, por lo que el siguiente paso sería saber expresarlas siendo asertivo.

Para ello tienes que tener en cuenta lo siguiente:

  • Como ya te he dicho en el paso 2, escribe de forma concreta el sentimiento (presionado, asustado, eufórico, desesperado...) proveniente de la emoción correspondiente.
  • Exprésate en primera persona.
  • Comunica la conducta que te provoca esa emoción, sin juzgarla.
  • No utilices frases que empiecen por “Tú” y continúen acusando.
Un ejemplo referente a algún jugador tuyo podría ser: “Me siento poco valorado en el equipo porque llevo toda la temporada sin tener minutos en los partidos, a pesar de toda mi dedicación en los entrenamientos”.

 

El control de las emociones es un tema apasionante a la vez que difícil. Pero es fundamental que lo integres en el trabajo diario con tus jugadores para que puedas sacar el máximo provecho de ellos.

viernes, 26 de febrero de 2016

11 FRASES QUE NO DEBES DECIR A TUS JUGADORES



A lo largo de todos estos años en los que he tenido la suerte de ser entrenador, he pasado por situaciones agradables (casi todas) y desagradables (las menos) con mis jugadores y jugadoras.
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Y seguro que como yo, tú te acuerdas perfectamente de las desagradables y estarías dispuesto a dar marcha atrás para cambiarlas o hacer que nunca hubieran sucedido.

Cuando pasas tanto tiempo con un grupo de personas, se convierten en tu familia; y como en todas las familias, pues existen alegrías pero también problemas.

Hoy quiero centrarme en los problemas, concretamente en los que generamos nosotros como entrenadores.

Si preguntaras a todos los jugadores que han pasado por tus manos, seguro que al preguntarles ¿cómo era “fulanito” como entrenador? aparecerían algunas de estas respuestas (espero que las menos posibles… jejeje):

-         Poco motivador.
-         Amargado.
-         Insensible.
-         Dictador.
-         Creído.
-         Etc.

¿Qué les llevaría a pensar eso de ti? ¿En su día te diste cuenta de que podrían estar pensando eso? ¿Hiciste algo al respecto?

Como entrenador, es probable que te encuentres por primera vez ante esta tesitura porque nunca te hayas parado a pensar qué piensan tus jugadores de ti o por qué no fuiste capaz de entender por qué se fueron del equipo realmente o por qué no viste claro que la relación con tus jugadores no era buena.

Pero la ignorancia no es excusa para convertirte en un entrenador que no sabe liderar a su equipo y que afecta negativamente su moral. Y si has llegado a este punto, es probable que tu equipo haya muerto hace tiempo o esté en el camino de hacerlo.

No debes olvidar que el éxito de todo equipo depende de su capital humano, es decir, en este caso que estoy tratando, los jugadores.

Aunque tus conocimientos, tu compromiso o tu actitud sean los mejores referentes para tus jugadores, tus palabras también lo son. Y existen ciertas frases que nunca debes usar al comunicarte con tus jugadores, independientemente de cuáles sean las circunstancias que lleves en tu mochila.

Es por esto que, a continuación, quiero mostrarte 11 frases que no debes decir a tus jugadores y 11 consejos para evitarlas.

Se sincero y cuando acabes de leer el post, cuéntame cuántas has dicho tú en tus años como entrenador. Seguro que entre todos podemos añadir alguna más.

¡¡Comienzo!!


1. ¿Nunca vas a hacer nada bien?

Aunque un jugador cometa muchos errores, esta frase es muy ofensiva y puede dañar gravemente su motivación. Cuando haya una situación de este estilo, relájate, cuenta hasta 10 (o hasta 100 si es necesario) y pídele al jugador que te explique como se siente, que dudas tiene, que le afecta, etc. Recuerda que es posible que ni siquiera sepa en qué está fallando y tú eres su entrenador. Tú responsabilidad es ayudarle, corregirle, plantearle alternativas, etc. para que mejore y cada vez falle menos.

2. ¡Que sea la última vez que me cuestionas!

Ésta es la frase favorita del entrenador dictador. No dejar opinar a tus jugadores lo único que genera es que éstos trabajen por no discutir y no por alcanzar objetivos. El equipo no eres solo tú por lo que todos tienen su derecho a opinar. Siempre desde la asertividad y la empatía. Si no existen estos dos valores, no tienes nada que hacer.

3. ¡Tienes suerte de trabajar aquí!

A lo que habría que añadir: no sabes cómo es entrenar en otros equipos, en otros clubes, con otros entrenadores... En primer lugar, probablemente no conozcas al 100% las filosofías deportivas de esos otros lugares. Y en segundo lugar, si el jugador realmente tuviera la suerte de trabajar contigo, no tendrías que decírselo de esa manera. Nunca te compares con otros. Crear tu cultura de equipo y asegurarte que sea atractiva para todos los jugadores, es sinónimo de éxito.

4. No es mi problema.

Cuando un miembro de tu equipo te explica que llegó tarde por 'x', no hizo una acción por 'y' o no alcanzó las metas por 'z', nunca digas esta expresión. No se trata de que actúes como si pasaras del tema, sino que seas empático y trates de entender la situación que te están explicando. Además, debes asegurarte que efectivamente no sea tu problema, lo que significa que has tenido que proveer a todos los jugadores de todas las herramientas, recursos e incentivos necesarios para lograr lo que te propones.

5. ¡Para eso soy el entrenador!

Una frase muy utilizada por los entrenadores con sentimiento de superioridad. Con estas palabras le estás diciendo al jugador que es de tu propiedad y que debe hacer lo que tú digas simplemente porque tú eres el entrenador. Si quieres que tu equipo te respete, nunca utilices tu posición como entrenador para ejercer poder, pues te convertirás en un tirano y te alejarás del líder que debes ser.

6. Así se han hecho siempre las cosas.

Es el 'mantra' del entrenador obsoleto o poco innovador. En un equipo, al luchar día a día por alcanzar el éxito, se tiene como principales objetivos precisamente eso: cambiar, mejorar, transformarse, innovar y crecer. Si un jugador o el equipo te presentan una idea o una forma distinta de actuar, escúchales y pruébalo. Nunca sabes de dónde vendrá la idea que os lleve hacia el éxito.

7. Lo siento, ya no puedo hacer nada más por ti.

Es una excelente forma de lavarse las manos. Pero como entrenador, tu misión es precisamente la contraria. Tú eres quien nunca debe rendirse a la hora de encontrar métodos que provoquen situaciones de mejoría, buena actitud o motivación. Los entrenadores no esperamos que sucedan las cosas, sino que actuamos para que las cosas sucedan.

8. No traigas los problemas personales al entrenamiento o al partido.

Un  recordatorio querido entrenador: un jugador no es una máquina y por tanto tiene sentimientos, emociones, ambiciones y deseos. Y cuando entrena, realiza las acciones con su cuerpo, pero lo logra gracias a la mente y al corazón. Sé un entrenador abierto: escucha de manera activa a los jugadores y procura ofrecerles siempre tu apoyo.


9. ¡Llegas tarde!

Una cosa es incentivar y recomendar la puntualidad de tu equipo y otra muy distinta es convertirte en un reloj humano, con el fin de regañar a tus jugadores todos los días. Para que tu equipo sea productivo no tienes que fijarte en el tiempo que pasa un jugador en la pista, sino en si aprovecha (evaluando los resultados) dicho tiempo. Flexibiliza pero marca de forma clara el tiempo de aprovechamiento.

10. ¡Aquí el que manda soy yo!

Las cadenas de mando verticales y unidireccionales ya no funcionan en ningún lugar donde trabajen un grupo de personas por un objetivo común. ¿Sabes por qué? Pues porque los entrenadores sabios han descubierto que empoderando a sus jugadores se consiguen mejores resultados. Si quieres ser el líder de tu equipo, los jugadores te seguirán por tu ejemplo y no porque les hables con altanería.

11. El equipo no eres tú.

Terrible error decirle a un jugador que aquello en lo que se esfuerza y se sacrifica día tras día no es de su propiedad. Una cosa es que no pueda adueñarse completamente de él y hacer lo que quiera; y otra muy distinta es que no sea parte de su vida. No olvides que tus jugadores le dedican un tiempo importante de sus vidas al equipo, por lo que hacer que se sientan parte de él es lo único que va a generar fidelidad al mismo.

Espero que a partir de hoy no quieras dar marcha atrás en el tiempo y evites pronunciar estas frases. Tus jugadores lo agradecerán pero, créeme que tú también.

Ahora es tu turno.

Anímate y participa dejando un comentario.

lunes, 8 de febrero de 2016

CÓMO AUMENTAR LA CONFIANZA DE TUS JUGADORES ANTES DE UN PARTIDO IMPORTANTE



Seguro que a lo largo de tu carrera como entrenador te has hecho esta pregunta alguna vez…

Llega el partido de la jornada; el partido en el que te juegas alcanzar la gloria o convertirte en alcantarilla; el partido que dirá si todo el trabajo previo ha valido la pena o desaparecerá rápidamente por el retrete…

Todo parece seguir el camino marcado en tu planificación pero hay algo que falla, la confianza de tus jugadores es escasa o nula.

Puede que ocurra porque se enfrentan a un equipo al que admiran y no se ven capaces de conseguir nada positivo.

Puede que en el partido anterior las cosas salieran mal y esto haya provocado una pérdida de confianza.

Incluso problemas personales o internos pueden sacar a relucir esta lacra para cualquier deportista.

Entonces tu mente comienza a elucubrar cómo aumentar la confianza de tus jugadores.

La confianza es algo tan personal que o das con la tecla adecuada o no conseguirás nada positivo.

Dentro de tu equipo tendrás jugadores que les sobrará confianza (esto tampoco es bueno para ciertas cosas) y otros que tendrán la inseguridad como compañera inseparable. Pero para todos, puedes usar este método que te propongo.

¡¡Vamos, que comienzo!!

CÓMO AUMENTAR LA CONFIANZA DE TUS JUGADORES ANTES DE UN PARTIDO IMPORTANTE


Es de suponer que tienes marcados en tu planificación estos partidos importantes, con lo que puedes adelantar el trabajo, evitar llegar al último día y querer hacer todo en 24 horas.

Como no se los días de entrenamiento que tienes en una semana, te propongo 7 “sesiones” para que tú las integres según tus circunstancias. En realidad no me refiero a sesiones como tal, sino a herramientas o acciones que puedes integrar en cada sesión de entrenamiento.

Habrá acciones que tus jugadores deberán realizar fuera de la pista, en la tranquilidad de sus hogares.

Acción 1: Detectar las creencias limitantes


Como primera acción te propongo que los jugadores comiencen por saber qué pensamientos son los que les hacen sentir inseguros. Porque toda falta de confianza empieza en su pensamiento. Ya hablé de cómo acallar esa voz interior en este post.

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Las emociones que todos sentimos varían en función de cómo interpretamos nuestra realidad. Por eso, dentro de un equipo, una misma situación provoca una emoción distinta en cada uno de los jugadores.

Para detectar estas creencias limitantes, realiza un ejercicio llamado “observación consciente”.   

Tus jugadores deben observar cómo piensan, qué frases limitadoras se repiten en su mente cuando creen que no pueden, no se sienten capaces o tienen dudas y miedos. Una vez detectadas, tienen que escribir una lista con todas ellas. Por último, deben leerlas en voz alta varias veces.

Acción 2: Desafiar a las creencias limitantes


Cuando ya saben qué creencias les hacen pensar y actuar de una manera que no les conviene, es hora de trabajar con ellas. En esta acción tu objetivo será cambiar las creencias limitantes por otras que sean potenciadoras.

Para conseguirlo, los jugadores tienen que seguir los siguientes 4 pasos:

  1. Pregúntales: ¿Realmente es cierta esta creencia? ¿Puedes estar totalmente convencido que este pensamiento es completamente real? Lo más lógico es que digan que no están seguros al 100%. Los pensamientos aparecen y desaparecen, y cambian en función de las circunstancias personales, familiares, sociales, laborales, escolares, etc. que rodean al jugador.

  1. Hazles reflexionar: Piensa en quien te conviertes y cómo te comportas cuando esta creencia que te limita está rondando tu cabeza. ¿Te gusta lo que ves? Una vez haya reflexionado, cada jugador debe escribir cómo es y como actúa con dichas creencias.

  1. Pregúntales: ¿Qué tipo de persona serías sin estas creencias?, ¿cómo actuarías, cómo te comportarías si éstas no estuvieran en tus pensamientos? Sin ponerle un tiempo limitado, para que el jugador reflexione y sea totalmente sincero, debe anotar las respuestas.

  1. Hazle volver al pasado: Recuerda si alguna vez actuaste sin esa creencia. ¿Cómo te comportaste? ¿Cómo te sentiste? En este caso da igual que haya sido en otro contexto distinto al deportivo.

 

Acción 3: Crear autoafirmaciones positivas


Después de haber detectado y desafiado sus creencias, y teniendo a mano las anotaciones hechas en la acción 2, cada jugador debe escribir creencias contrarias a las limitantes, haciéndoles entender que nada es verdad al 100%, que la interpretación de las cosas que les ocurren es la que crea su realidad.

Por ejemplo, si la creencia limitante de un jugador es “no soy capaz de tomar la responsabilidad en el equipo cuando el partido está ajustado en el marcador”, puede sustituirla por otra que diga “si me lo propongo y me comprometo, si doy el 100% de mi en cada acción de juego, soy capaz de tomar la responsabilidad en mi equipo y obtengo buenos resultados siempre”.

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Cada jugador puede escoger una de estas nuevas creencias potenciadoras y colocarla en el vestuario o en el lugar de entrenamiento. Tener 10, 15 o 20 creencias potenciadoras que se puedan leer a cada momento aumentará su confianza.

 

Acción 4: Visualizar los éxitos


No se si lo sabes pero la mente no distingue entre lo que es real y lo que es imaginado. Si te imaginas celebrando una victoria, tu cuerpo reaccionará y sentirás una sensación de bienestar y felicidad. Si te imaginas que no te va a salir un buen partido, tu cuerpo se preparará para estar a la defensiva y atento al mínimo error para demostrarte que tus pensamientos estaban en lo cierto.

Por eso, ahí que aprovecharse de la capacidad de nuestra mente de imaginar cosas y creer absolutamente en ellas.

Al igual que el entrenamiento físico ayudará a los jugadores a mejorar sus capacidades físicas, tienes que entrenar sus mentes para que visualicen aquello que convenga para cada ocasión (pero siempre cosas positivas).

Que cada jugador coja las creencias potenciadoras que ha escrito y las ponga en un lugar visible de su casa con el fin de repetirlas todos los días, al menos tres veces, hasta que las asimilen y crean totalmente en ellas.

Estas lecturas en voz alta deben hacerlas con emoción y pasión. Viendo reflejadas en sus mentes que efectivamente dichas creencias se cumplen. Que no se ahorren ningún detalle a la hora de imaginar.

También pueden grabarse todas las nuevas creencias en sus móviles y escucharlas cuando vayan hacia el entrenamiento, o hacia el instituto, o hacia el trabajo, o a comprar el pan... cualquier momento es bueno para que escuchen estos pensamientos positivos.

Además de leer y escuchar, otra herramienta muy buena para los jugadores es aprovechar nada más tumbarse en la cama para dormir, cerrar los ojos y empezar a imaginarse todo tipo de acciones positivas que hagan que aparezcan sentimientos positivos.

Al final la mente acabará por rendirse y estará preparada para vivir creencias potenciadoras y positivas. 


Acción 5: Abandonar la zona de confort


La confianza de tus jugadores está cargándose. Como si de una batería de móvil se tratase, se va cargando rayita a rayita. Cada visualización, cada pensamiento y cada emoción van llenando el depósito.

Pero para llegar al 100% de carga, los jugadores tienen que ver plasmadas todas esas visualizaciones en la práctica. Y es con la práctica cuando se domina algo.
Llegados a este punto, enseña a tus jugadores a ponerse pequeños retos. Si son incapaces, ayúdales. Lo importante es que salgan de su zona de confort, esa en la que no sienten miedo porque ya tienen todo dominado.

Según vayan consiguiendo los objetivos fortalecerán su confianza en si mismos e irán aumentando su zona de confort.

Acción 6: Expresar quién eres


No te ha pasado nunca que en una conversación comienzas a hablar de lo que te gusta, de lo que te apasiona, de por qué amas el deporte que practicas, de lo que te hace sentir, de cómo eres, etc. que cuando acabas es como si hubieras soltado lastre y dices: “joder que bien me he quedado”.

Escucharte decir tus bondades hace que tu autoestima suba y con ella la confianza.

Pero voy más allá. Si además de escucharte, son tus compañeros los que dicen cosas buenas sobre ti, tu autoestima subirá a niveles de “dame el mundo que me lo como ahora mismo” jejejeje.

Reserva 15 minutos antes del inicio de un entrenamiento para que tus jugadores hablen sobre ellos y sobre sus compañeros (virtudes y valores positivos). Después entrena. Pensarás que te han cambiado a tus jugadores. Saldrán a la pista hiper motivados.

Acción 7: Aceptarte y valorarte


La última acción que debes realizar para aumentar la confianza de tus jugadores, es enseñarles a que se acepten y valoren tal y como son.

He dejado esta acción para la última, precisamente porque no debemos hacerla en último lugar. Esta acción tendrá que estar implícita en todas y cada una de las acciones anteriores y las acompañará complementando el trabajo que realices con los jugadores.

Si actúan para agradar a los padres, al entrenador o a la afición no están viviendo su vida. Si hacen las cosas porque deben hacerse así  y no son capaces de mostrar sus inquietudes, intereses o personalidad, están viviendo la vida de otros.

Que cada jugador sea capaz de conocerse y valorarse, será el inicio de un camino correcto hacia la confianza y seguridad en si mismo.

Bueno pues ya voy acabando con el post de hoy.

Antes de despedirme y pedirte que escribas en los comentarios tu experiencia en este tema, quiero decirte que no hay una varita mágica dentro del deporte que haga que tus entrenamientos, partidos o temporadas se cuenten por éxitos.

Este trabajo mental para aumentar la confianza de tus jugadores no te servirá de nada si no va acompañado de un gran trabajo en el resto de áreas de trabajo (técnica, táctica, preparación física). Y aún así, en frente tendrás a otros que como tú y tu equipo, lucharán por conseguir el éxito.

Así que no esperes más y comienza desde ya a aumentar la confianza de tus jugadores. ¡¡SUERTE en tu próximo partido importante!!

Y ahora sí, me encantaría saber que experiencias has tenido en este tema. O como trabajas tú la confianza de tus jugadores.

¡¡Escribe un comentario y hablamos!!

domingo, 24 de enero de 2016

¿QUIERES QUE LAS FAMILIAS DE TUS JUGADORES SEAN TUS ALIADAS PARA LLEGAR AL ÉXITO?


¡¡Hola entrenador!! En el post de hoy voy a cambiar de tercio.

Hasta la fecha, te he hablado de la figura del entrenador, de sus jugadores o deportistas y de la relación existente entre ambos.
Pero no quiero dejar de lado una de las patas fundamentales sobre la que se apoya este proceso de enseñanza que llevas a cabo a diario. Me refiero a las familias de los deportistas.

Y no, no pienses que voy a soltar el rollo de que las familias son lo peor del deporte; que se piensan que saben más que tú; que sus actitudes en la grada dejan mucho que desear…y un sin fin de cosas que poco a poco se han convertido en tópicos.

Yo quiero hablarte hoy de la familia como el elemento potenciador del desarrollo deportivo de tus deportistas.

Vale, se que te estarás acordando de aquella vez en la que los padres de tu equipo te criticaban por todo lo que hacías y decidías en los partidos (entre otros recuerdos más, jejeje). Pero créeme que ellos también piensan que tú les criticas y les cuestionas.

Esta relación de amor y odio que existe entre ambas partes, debería zanjarse a partir de una verdad absoluta: sus hijos y tus jugadores son las mismas personas, las verdaderas protagonistas de esta película que es el deporte.

Partiendo de esta premisa,

¿Crees que las familias educan deportivamente a sus hijos e hijas?

En caso de ser cierta esta creencia, ¿por qué entonces hay tan poco compromiso, actitud y esfuerzo en la gran mayoría de los jugadores de hoy en día?

¿Crees que prefieren delegar esa educación en profesionales como tú?

En caso de ser cierto, ¿por qué se inmiscuyen entonces en tu trabajo?

Ante todas estas dudas y preguntas, quiero invitarte a que reflexiones sobre lo que estoy exponiéndote en el post.

¿Ves necesaria la comunicación, la colaboración y la complicidad con las familias?

Ellas han decidido que su hijo o hija jueguen a tu deporte, por lo que ¿puedes aprovechar esa complicidad inicial para fomentar un clima sano y de crecimiento en el equipo?

De entrada, ya te respondo que SÍ.
La implicación de las familias en los clubes y en los equipos es fundamental para el desarrollo integral de sus hijos e hijas (nuestros deportistas). No me refiero a que ensalcen lo bien que lo hacen, hasta el punto de convertirlas en estrellas; sino a que su participación, colaboración y coordinación con nuestro trabajo es primordial.

Bueno pues vamos a la práctica.

A partir de aquí quiero facilitarte un par de cuestionarios que seguro te van a facilitar ese contacto con las familias, recibir ambos un feedback muy positivo y coordinar acciones en ambos sentidos, con el único objetivo de la mejora de tu equipo y de tus jugadores.

Lo primero de lo que te voy a hablar es del compromiso y de la actitud de tus jugadores. Para ello te recuerdo la pregunta que te hacía hace un rato.

¿Crees que la educación deportiva (o la falta de ella) que las familias inculcan a sus hijos e hijas, es importante para el desarrollo de estos valores?

Mi opinión es que SÍ.

Si quieres saber cómo es la educación deportiva que reciben los jugadores y al tiempo, que los padres se den cuenta de cual es su implicación en la educación deportiva de sus hijos e hijas, aquí tienes una serie de preguntas que les puedes plantear tanto en una entrevista personal como en un cuestionario.

NOTA: cada vez que ponga la palabra hijo, también me refiero a hija.

1. ¿Ayudas a tu hijo a que mantenga un nivel importante de autoestima?



2. ¿Explicas a tu hijo porque le exiges y a veces le pones límites?



3. ¿Promueves su responsabilidad y autonomía?



4. ¿Transmites a tu hijo a través de tu ejemplo, con tus acciones diarias, los valores y las actitudes que intentas inculcarle?



5. ¿Mantienes, al menos, una conversación semanal con él, para preguntarle por sus entrenamientos y partidos?



6. ¿Te interesas por sus relaciones sociales dentro del equipo y del club?



7. ¿Propicias que en tu casa haya un adecuado ambiente deportivo?



8. ¿Refuerzas a tu hijo o le ayudas si tiene alguna duda o problema con alguna situación de juego, individual o colectiva?



9. ¿Facilitas a tu hijo libros, periódicos, vídeos, etc. sobre el deporte que practica o relacionados con el deporte en general?



10. ¿Le invitas a pensar y a analizar de forma crítica aspectos referentes al deporte?



11. ¿Le informas de los beneficios que tiene practicar deporte, tanto individual como socialmente?



12. ¿Conoces o mantienes amistad con padres de los compañeros de tu hijo?



13. ¿Os reunís alguna vez con ellos para disfrutar de actividades de ocio y conversáis sobre el equipo o el club de vuestros hijos?

Después de contestar a todas estas cuestiones, es necesario que tanto los padres como tú hagáis un análisis de las respuestas. Y si es necesario (yo diría que es muy bueno) debatir al respecto: tú con los padres y ellos con sus hijos.

Después de ver las preguntas, ¿Cuál crees que es la educación deportiva que reciben en casa tus jugadores?
Bien, pues ya te he contado cómo averiguar si tus jugadores vienen con una educación deportiva desde casa. Incluso puedes usarlo para ayudar a los padres a que se den cuenta de cual es la educación deportiva que le dan a sus hijos.

Pero luego te vas a encontrar con otros casos. Aquellos en los que los padres prefieren delegar esa educación deportiva en ti. Ya sea por falta de tiempo, de ganas o de ambas.

Pese a ello, mi consejo es que debes inmiscuirles en la educación deportiva de sus hijos. En primer lugar porque ellos son los primeros educadores y en segundo lugar porque tú tienes derecho a no sentirte solo en la educación de sus hijos y la obligación de no trabajar sus espaldas.

Para que trabajes este caso, te voy a proponer otra batería de preguntas para que las utilices a conveniencia con los padres de tus jugadores.

Empiezo.

1. ¿Conoces el club de tu hijo?



2. ¿Conoces a algún padre o madre que sí participen en él?



3. En caso afirmativo, ¿Hablas al menos con ellos para informarte?



4. ¿Conoces los beneficios concretos que tiene vuestro hijo por pertenecer al club o equipo en el que hace deporte?



5. ¿Conoces a alguien de la directiva del club? ¿Y ellos a ti?



6. ¿Conoces a los entrenadores y en concreto al de tu hijo?



7. ¿Informas al club o al equipo acerca del contexto en el que se mueve tu hijo fuera de él, de su carácter, conducta en casa, relación con hermanos y amigos, actividades, etc?



8. ¿El diálogo con el club o equipo lo haces de forma asertiva?



9. ¿Sigues de cerca la evolución deportiva de tu hijo, sus resultados, sus progresos?



10. ¿Cuáles son las expectativas o aspiraciones en relación con la educación deportiva de tu hijo?



11. ¿Crees que éstas son compartidas por su entrenador?



12. ¿Son estas expectativas que tienes para tu hijo, coherentes con los comportamientos de tu entorno familiar?

A modo de conclusión, a estas alturas seguro que sabes que las relaciones con las familias dentro de un equipo o club podrían ser más fluidas de lo que son.

Espero que con este post, pueda ayudarte a mejorar ese vacío en el que nos encontramos muchas veces como entrenadores.

Y recuerda que las familias son esenciales para el éxito de tu equipo.

Me encantaría saber las experiencias, tanto positivas como negativas, que has tenido a lo largo de tu vida de entrenador, con las familias de tus jugadores.

Así que, anímate y deja tu comentario.