sábado, 12 de marzo de 2016

¿TE GUSTARÍA SABER GESTIONAR TUS EMOCIONES Y LAS DE TUS JUGADORES?


Hace un par de días, un amigo me contaba que su equipo estaba “perdiendo los nervios” con facilidad durante los últimos partidos. Ante situaciones de cierta tensión como decisiones arbitrales, reproches, acciones que no salen bien, etc. los nervios se apoderaban de ellos y comenzaban a actuar como si no fueran los mismos (deportivamente hablando). Y esta transformación les llevaba irremediablemente a un mal resultado.

¿No le ha pasado esto alguna vez a tu equipo? ¿Y a ti como entrenador?

Es difícil templar los nervios de normal y más aún en estas circunstancias.

¿Cuánto darías por saber como controlar las emociones de tus jugadores o las tuyas?

Desde hace varias décadas la inteligencia emocional ha sido reconocida como fundamental a la hora de no solo identificar los estados emocionales sino también de saber controlarlos, así como identificar y conectar con los de la gente que nos rodea.

En esta imagen puedes ver la relación entre lo que sentimos y lo que hacemos con respecto a nosotros mismos y a los demás.




¿En que cuadrantes te encuentras tú o tus jugadores cuando perdéis los nervios y consecuentemente el control de vuestras acciones?

En el número 1 - Autoconciencia: que sería la habilidad de reconocer e identificar las emociones en uno mismo, así como su origen.

Y en el número 2 - Autocontrol: que sería la capacidad de controlar los impulsos.

Teniendo en cuenta esto, te propongo 

8 pasos para mejorar tu inteligencia emocional y la de tus jugadores


1. Averigua que emoción hay detrás de tus acciones
Todas las personas tenemos 6 emociones básicas que no podemos hacer desaparecer: tristeza, enfado (ira), alegría, miedo, asco y sorpresa. Cuando estas emociones las unimos a un pensamiento, aparecen los sentimientos.
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Como puedes ver los sentimientos si pueden aparecer y desaparecer, pues dependen del pensamiento que asociemos a la emoción. Pero las emociones siempre van a estar en tu interior; naciste con ellas y morirás con ellas.

Por lo tanto, es fundamental que sepas reconocerlas y entender como influyen sobre ti. Cuando haya algo que durante un entrenamiento o un partido te haga tener un sentimiento negativo, párate un segundo y piensa que emoción hay detrás.

 

2. Aprende a expresar lo que sientes

Llega ese momento del partido en el que estás nervioso o enfadado y comienzas a no rendir al 100%. Y no vale con decir: “el árbitro me está poniendo nervioso” o “estoy enfadado porque no me salen las cosas”.

Tienes que ser mucho más específico y concretar con más palabras cómo es tu estado emocional en ese momento: decepcionado, angustiado, presionado, ninguneado, etc.

Si tienes un vocabulario extenso con el que describir exactamente tus sentimientos podrás dominar el lenguaje de lo que estás experimentando. Solo entonces podrás saber que te pasa a ti o a tus jugadores cuando sentís determinadas emociones.

En este sentido, prueba con tus jugadores. Cuando veas que se enfadan por algo o tienen miedo a realizar alguna acción o los nervios les superan, diles que intenten explicar con al menos 5-8 palabras cómo se sienten realmente.

 

3. Las emociones te pueden engañar

Muchas veces las emociones primarias de las que te hablaba antes dan pie a otras emociones. En estos casos puedes creer que sientes una cosa cuando el origen es una emoción diferente.

Voy a ponerte un ejemplo.

Imagina que uno de tus jugadores se siente traicionado por ti porque no le has sacado de titular en el partido más importante de la temporada. Aparentemente, la emoción originaria de ese sentimiento (traición) sería el enfado.

¿Pero lo es realmente?


Si indagas en qué ha provocado su sentimiento (traición), es probable que  descubrieras que la emoción original causante no sería el enfado, sino la tristeza. Está enfadado porque le ha causado mucha tristeza comprobar que pese a realizar una semana muy buena de entrenamientos, tú no has valorado su esfuerzo como él esperaba.

 

4. No es bueno juzgar tus sentimientos

La función de las emociones es darte información sobre lo que está ocurriendo. En el caso de las emociones negativas te servirán para prevenirte, así que no te obsesiones con ellas. Entiéndelas y obtén toda la información posible para enfrentarte al reto del que te está avisando.

  • El miedo te avisa de que no tienes recursos para solucionar lo que está pasando.
  • El enfado lo vas a sentir cuando vulneren tus derechos o necesidades. Te llevará hacia el ataque o la defensa para hacerte respetar.
  • La tristeza te indica la pérdida de algo que es valioso para ti y te prepara para superar esa ausencia.
¿Te has parado a pensar hacia donde te llevan estas tres emociones si te surgen durante un entrenamiento o un partido?

Tómalas en cuenta únicamente como la información que te ayudará a ser más consciente de ti mismo.

 

5. Aprende a interpretar cómo habla tu cuerpo

Una buena forma de identificar emociones es a través del lenguaje corporal. Según sea tu estado de animo o el de tus jugadores, así responderá el cuerpo.

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Por ejemplo, hay jugadores que cuando empiezan a enfadarse porque no les sale algo, comienzan a hacer aspavientos con los brazos (como quejándose). Otros sin embargo, se llevan las manos a la cabeza (como desesperación). 

¿Cómo reacciona tu cuerpo ante una emoción o sentimiento negativo?

Te propongo que hagas una prueba. Proporciona a cada jugador y a cada componente de tu cuerpo técnico una hoja y un lápiz. Explícales que les vas a preguntar sobre los sentimientos negativos que pueden surgir durante un partido o un entrenamiento. Deben escribir cómo se comporta su cuerpo en esas circunstancias. Que no escatimen en detalles y escriban hasta el más mínimo movimiento. Después leed en voz alta cada situación y reflexionad al respecto.

Si sois capaces de relacionar este tipo de cambios en vuestro cuerpo con vuestras emociones seréis capaces de detectarlas mucho antes y en consecuencia, controlarlas.

 

6. Si Controlas lo que piensas, controlarás tu comportamiento

Muchos jugadores y entrenadores se excusan diciendo que cuando una situación emocional negativa les invade, pierden el control y no son dueños de sus actos. Vale, sí, tienen razón, pero sólo en cierta parte.

Como te decía en el primer paso, los sentimientos son el resultado de la emoción y de lo que piensas sobre esa emoción. No puedes evitar la emoción, pero sí que puedes modificar tus pensamientos al respecto.
 
El reto es entonces prestar atención a la emoción que empiezas a sentir porque automáticamente te va a invadir un pensamiento. Decide entonces qué pensamiento quieres tener y cómo deseas comportante.

 

Y para elegir que pensamiento quieres tener, lo mejor es hablarte a ti mismo. Sí, sí, escúchate con tus propias palabras qué es lo que quieres hacer. Lo que digas, lo pensarás.

 

 

7. Averigua por qué los demás hacen lo que hacen

Un gran error que comentemos todos los entrenadores es juzgar las reacciones de nuestros jugadores. Y me atrevería decir que casi nunca vemos qué es lo que hay detrás de esas reacciones.

¿Qué emociones, sentimientos y pensamientos puede estar experimentando uno de tus jugadores cuando su actitud es discutir contigo constantemente?

¿Te has parado a pensar que es posible que te tenga miedo y crea que la mejor forma de defenderse sea alterándote?

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¿Y cuando discute con el árbitro y se va del partido?

¿Podría ser que siente miedo porque ha hecho algo mal y no quiere perder tu confianza y se excusa en el árbitro para echar la culpa a otros?

Buscando el por qué de las reacciones conseguirás entender a tus jugadores. Y cuando cojas el hábito de hacerlo podrás entender que, casi siempre, tienen motivos para hacer lo que hacen.

 

 

8. Utiliza la asertividad para expresar tus emociones

Bueno pues ya casi estamos terminando. Ya has aprendido a identificar y poner nombre a tus emociones, por lo que el siguiente paso sería saber expresarlas siendo asertivo.

Para ello tienes que tener en cuenta lo siguiente:

  • Como ya te he dicho en el paso 2, escribe de forma concreta el sentimiento (presionado, asustado, eufórico, desesperado...) proveniente de la emoción correspondiente.
  • Exprésate en primera persona.
  • Comunica la conducta que te provoca esa emoción, sin juzgarla.
  • No utilices frases que empiecen por “Tú” y continúen acusando.
Un ejemplo referente a algún jugador tuyo podría ser: “Me siento poco valorado en el equipo porque llevo toda la temporada sin tener minutos en los partidos, a pesar de toda mi dedicación en los entrenamientos”.

 

El control de las emociones es un tema apasionante a la vez que difícil. Pero es fundamental que lo integres en el trabajo diario con tus jugadores para que puedas sacar el máximo provecho de ellos.