Los entrenadores siempre estamos en el punto
de mira de todos, incluso de nosotros mismos. Si el entorno es exigente con
nuestra labor, nosotros lo somos más. Y tanto por unos como por otros, siempre
acabamos etiquetados como un entrenador exigente, duro, facilón, sin carácter,
etc.
¿Te ha pasado a ti también? Seguro que sí. Y,
¿se corresponde con como tú eres de verdad? Seguro que también.
Dentro de las diferentes clasificaciones
sobre los tipos de entrenadores que existen, en esta ocasión quiero centrarme
en el entrenador cooperativo. Aquel que:
-
Comparte
la toma de decisiones con los jugadores, siendo su objetivo principal éstos
mismos y dejando como objetivo secundario la victoria.
-
Genera
una estructura de trabajo que permite a los jugadores aprender a fijar sus propias
metas y a luchar por ellas.
-
Dirige con
instrucción directa cuando es necesario, pero sabe cuando debe dejar que los jugadores
tomen decisiones y asuman responsabilidades.
¿Te reconoces como un entrenador
cooperativo? Si es así, seguro que cumples muchos de los puntos del decálogo
que leerás a continuación. Si no te reconoces como un entrenador cooperativo,
puede que te sirvan para mejorar tu trabajo diario con tus jugadores. ¡¡Allá
voy!!
1.
ARRIESGA
Tu labor como entrenador está llena de pasos
y caminos por descubrir. Modifica, cuando sea necesario, la estructura de tu
equipo y de tu mente para crear nuevos escenarios de aprendizaje y evolución
tanto en tus jugadores como en ti mismo. Quien no arriesga no gana.
2.
CREE
Todos aquellos que componen tu equipo son
diferentes. Creer en las potencialidades que cada jugador posee en su interior
te hará mantenerte en un reto constante por sacarlas a la luz, en beneficio del
equipo.
En la diversidad de los que te rodean está
la fuente de la riqueza para aprender y mejorar. Fíjate en tus jugadores, en
tus ayudantes, en tus compañeros entrenadores, en los del equipo rival, en la
afición… Siempre se aprende de los demás.
4.
PROMUEVE
Entre tus jugadores y tú, espacios que
generen confianza, respeto y conocimiento mutuo con el objetivo de crear un
clima de entrenamiento y competición adecuado.
5.
PIENSA
Las dificultades que te encuentres en el día
a día, forman parte del camino hacia tus metas. Enfrentarte a ellas será parte
de tu aprendizaje. Con este pensamiento aprenderás a centrarte en la solución y
no en el problema.
6.
CONFÍA
Tus valores, tus ideales, tu filosofía de
juego, etc. son claves para sacar lo mejor de cada uno de tus jugadores y del equipo.
Cuando tus jugadores vean que tienes unas convicciones firmes en lo que haces y
así lo demuestres, la confianza en ti será absoluta.
7.
DESPIERTA
Tu imaginación para poder adaptar tu forma
de entrenar a la realidad de tu equipo.
8.
PLANIFICA
Tus sesiones para que sean novedosas,
divertidas, exigentes, cooperativas, dinámicas, etc. y que además cumplan los
objetivos marcados. Antes de improvisar, es bueno tener un plan A y un plan B.
9.
OBSERVA
Evalúa los progresos de tus jugadores en su
aprendizaje y hazles partícipes de ellos. Diles las cosas buenas que hacen y
corrígeles las que necesite mejorar. Guíalos para que sean capaces, por sí
mismos, de gestionar su propio proceso.
10.
COMPROMÉTETE
A ser constante y exigente con tu trabajo. A
ser fiel a tus ideas cumpliendo con todo lo que dices y prometes. A tratar a
tus jugadores como a iguales. Y en definitiva a cumplir todos los puntos de
este decálogo.
¿Con cuántos puntos te sientes identificado?
Si cumples alguno que no aparezca en este
decálogo, compártelo con el resto de entrenadores dejando tu comentario.