
Y en nuestro entorno deportivo, ¿cómo influye esa
pérdida de habilidades infantiles? ¿Nos influiría positivamente, como
entrenadores, apoyar las acciones “correctas” de los adultos con las
habilidades que tienen los niños? Imaginaros: ganas de aprender constantemente,
el incansable entusiasmo al realizar cualquier actividad, celebrar los objetivos
conseguidos, imaginar soluciones inverosímiles... Quitémonos todos esos filtros
adultos y aprovechemos las habilidades que nunca debimos dejar olvidadas en
nuestro interior.
A continuación vamos a ver algunas de esas
habilidades que nos pueden ayudar a crecer como entrenadores.
1. La
pasión: Los niños hacen todo con
pasión. Ya sea jugar en el recreo, ver los dibujos animados, hacer una
construcción de piezas, salir de excursión… Nosotros no debemos perder esa
pasión por lo que hacemos. La pasión es el elemento que nos va a permitir
dirigir todas nuestras energías hacia la meta que nos propongamos. Lo que nos va
a otorgar la posibilidad de superar las dificultades porque siempre vamos a ver
una salida. Luego las cosas pueden salir bien o mal, pero haciéndolo con
pasión, lo más probable es que tengamos éxito.

Todos los entrenadores nos equivocamos,
irremediablemente. Y es por eso que aprendemos. El error es un hecho de nuestro
día a día, por lo que no debemos darle importancia. Si es importante lo que
hagamos con ese hecho, es decir, como tratemos ese error. Si lo gestionamos
mal, aparecerá el fracaso…”no la hago bien”, “no soy capaz de hacerlo”, “soy lo
peor”, “mi equipo no vale para ganar”. Si lo gestionamos bien, buscaremos otro
método (como hacen los niños) hasta conseguir lo que nos hayamos propuesto y
aprenderemos.
3. La capacidad para aprender: Los niños aprenden a gran velocidad. En los tres primeros años de vida el niño aprende a andar, hablar, piensa de forma autónoma, etc. La experimentación intuitiva les permite descubrir las causas y los efectos que hay detrás de lo que sucede a su alrededor, mejor que cualquier otro método. Nuestro desempeño al frente de equipos y jugadores, nos obliga a estar aprendiendo de forma continuada. De cualquier otra forma nos estancaríamos y con nosotros todo lo que tenemos a nuestro alrededor. Tenemos que actualizar nuestros conocimientos escuchando a los mejores, aprendiendo de nuestros compañeros, incluso de nuestros jugadores. Y ante todo, debemos aprender como cuando éramos niños: experimentando y practicando todo lo que podamos. Pero no solo debemos actualizarnos con nuevos conocimientos. El mundo que nos rodea se mueve a gran velocidad y tenemos que aprender rápido. El saber adaptarse de forma rápida es lo que algunos autores llaman “talento”.

5. El miedo
a asumir riesgos: Los niños muy
pocas veces dicen que no a algo que se les propone. Lo quieren probar todo,
quieren probarse a ellos mismos, siempre están dispuestos a hacer las cosas. El
hacer algo les hace sentir importantes, protagonistas de su historia. No tienen
miedo a lo que pasará después (a veces son incluso temerarios), lo hacen y
luego cuando ya lo han hecho ven qué ha ocurrido y de esa experiencia aprenden.
Pero en todo este proceso, no piensan en los riesgos que supone la acción. En
cambio nosotros como entrenadores, intentamos llevar nuestros entrenamientos,
ejercicios, partidos, etc. al detalle, sin que se salga de un guión establecido
para evitar sorpresas. Asumimos pocos o ningún riesgo. Es cierto que en muchas
ocasiones hemos pensado… ¿Y si hubiera cambiado el sistema defensivo? ¿Y si
hubiera hecho el cambio de jugadores antes? ¿Y si hubiera motivado más al
equipo? Innumerables preguntas que nos invaden cuando no conseguimos lo que
queremos y que surgen por no tomar riesgos. Seamos como los niños y arriesguémonos.
Después ya tendremos tiempo de valoraciones pero… ¿y si nos sale bien?
6. La
celebración: Los niños lo celebran
todo. Fíjate en estas situaciones, seguro que las has vivido. Vamos a ver una
película de dibujos: ¡¡Bieeeen!! Nos vamos al centro comercial: ¡¡Bieeeen!! Hoy
comemos espaguetis: ¡¡Bieeeen!! Siempre tienen un motivo para celebrar las
cosas que les pasan. Ahora mírate tú como entrenador. ¿Qué celebras? Sí, todos
celebramos las victorias de nuestro equipo pero hay muchísimas otras cosas que celebrar
y que nos perdemos por pasar desapercibidas. Un buen entrenamiento del equipo,
un objetivo cumplido de un jugador, una buena defensa, el que los jugadores
hayan aprobado el curso, ganar un juego, conseguir un gol, solucionar el
problema de un jugador, ascender un puesto en la clasificación… seguro que si
lo pensamos todos los días que estamos con nuestros equipos podríamos celebrar
algo. Y no nos referimos a pensarlo sino a expresarlo. Salta, grita,
emociónate, abraza, comparte…
…Siéntete como un niño.