
Pero debemos tener en cuenta que esas necesidades son
singulares, propias de cada jugador y varían. Pretender satisfacer a todos, en
todo y con las mismas actuaciones, no sólo es absurdo, sino que es difícil que
dure en el tiempo.
Estos son algunos
de los elementos que un entrenador no debe olvidar y debe gestionar para cubrir
las necesidades de sus jugadores:
- Su desarrollo deportivo: Es importante que progresen a través de etapas de
trabajo acordes a su edad, con tareas, actividades y ejercicios que les ayuden
a mejorar y aprender. Este es un proceso que requiere su tiempo y esfuerzo,
pero, a la vez, se convierte en un estímulo para ellos que les lleva a tener
una mayor competitividad.
- La conciliación entre su vida personal y deportiva: Es necesario hacer compatibles los intereses
y obligaciones de los jugadores, haciendo que exista un equilibrio entre sus
vidas personales (familia, estudios, amigos…) y deportivas (entrenamientos,
partidos, viajes…). Así, podemos mejorar los resultados del equipo y el rendimiento
de cada jugador.

- Los refuerzos que recibe: Con el feedback o retroalimentación compartiremos con
los jugadores observaciones, correcciones y sugerencias; ayudando pues a mejorar
su rendimiento. Como ya decíamos en el punto anterior, es importante hablar con
los jugadores y hacerles saber que realizan bien su trabajo y cómo podrían
mejorarlo. Así se sentirán valorados por sus entrenadores y por su equipo.
- Sentirse partícipes e importantes en el equipo: Es necesario que los jugadores se sientan parte del
equipo y no una mera pieza. Debemos asignar roles a todos los jugadores para
que sepan cual es su papel, decirles que queremos de ellos y trabajar con esto
para que mejoren respecto a su rol.
- Motivación y reconocimiento de su trabajo: Si el jugador se siente motivado, satisfecho con su
trabajo y se siente reconocido, tendremos ante nosotros un potencial éxito deportivo.
Dales motivos para que actúen cada día. Proponles objetivos retadores, que se
puedan medir, que se puedan alcanzar; siendo así consciente de sus progresos.
Valora su trabajo y muéstraselo.

Si además
incorporamos el reconocimiento como base de nuestra filosofía de equipo, podemos
asegurarnos un clima positivo y productivo. Este reconocimiento que en los
equipos profesionales suele ser a nivel económico, se convierte en emocional en
los equipos de base. Cuando nos referimos a reconocimientos emocionales, hablamos de todos aquellos premios que el jugador
puede obtener con los siguientes objetivos: Incentivar su buen hacer en el
trabajo diario; incrementar su productividad; satisfacer sus necesidades
personales, familiares o profesionales; etc.
Algunos de los beneficios emocionales con los que
podemos premiar a nuestros jugadores podrían ser:
-
Horario flexible
por motivos de estudio.
-
Adelantar la
salida del entrenamiento del viernes.
-
Día libre por
cumpleaños.
-
Espacios de
relax.
-
Pequeños
detalles o regalos.
-
Invitación a
comer.
-
Asistencia a
eventos.
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