Hace un par de días, un amigo me contaba que su equipo estaba “perdiendo los nervios” con facilidad durante los últimos partidos. Ante situaciones de cierta tensión como decisiones arbitrales, reproches, acciones que no salen bien, etc. los nervios se apoderaban de ellos y comenzaban a actuar como si no fueran los mismos (deportivamente hablando). Y esta transformación les llevaba irremediablemente a un mal resultado.
¿No le ha pasado esto alguna vez a tu
equipo? ¿Y a ti como entrenador?
Es difícil templar los nervios de normal y
más aún en estas circunstancias.
¿Cuánto darías por saber como
controlar las emociones de tus jugadores o las tuyas?
Desde hace varias décadas la inteligencia
emocional ha sido reconocida como fundamental a la hora de no solo identificar
los estados emocionales sino también de saber controlarlos, así como
identificar y conectar con los de la gente que nos rodea.
En esta imagen puedes ver la relación entre
lo que sentimos y lo que hacemos con respecto a nosotros mismos y a los demás.
¿En que cuadrantes te encuentras tú o tus
jugadores cuando perdéis los nervios y consecuentemente el control de vuestras
acciones?
En
el número 1 - Autoconciencia: que sería la habilidad de reconocer e
identificar las emociones en uno mismo, así como su origen.
Y
en el número 2 - Autocontrol: que sería la capacidad de controlar los
impulsos.
Teniendo en cuenta esto, te propongo
8 pasos para mejorar tu inteligencia emocional y la de tus jugadores
1.
Averigua que emoción hay detrás de tus acciones
Todas las personas tenemos 6 emociones
básicas que no podemos hacer desaparecer: tristeza, enfado (ira), alegría,
miedo, asco y sorpresa. Cuando estas emociones las unimos a un pensamiento,
aparecen los sentimientos.
Como puedes ver los sentimientos si pueden
aparecer y desaparecer, pues dependen del pensamiento que asociemos a la
emoción. Pero las emociones siempre van a estar en tu interior; naciste con ellas
y morirás con ellas.
Por lo tanto, es fundamental que sepas
reconocerlas y entender como influyen sobre ti. Cuando haya algo que durante un
entrenamiento o un partido te haga tener un sentimiento negativo, párate un
segundo y piensa que emoción hay detrás.
2. Aprende a expresar lo que sientes
Llega ese momento del partido en el que
estás nervioso o enfadado y comienzas a no rendir al 100%. Y no vale con decir:
“el árbitro me está poniendo nervioso” o “estoy enfadado porque no me salen las
cosas”.
Tienes que ser mucho más específico y
concretar con más palabras cómo es tu estado emocional en ese momento:
decepcionado, angustiado, presionado, ninguneado, etc.
Si tienes un vocabulario extenso
con el que describir exactamente tus sentimientos podrás dominar el lenguaje de
lo que estás experimentando. Solo entonces podrás saber que te pasa a ti o a
tus jugadores cuando sentís determinadas emociones.
En este sentido, prueba con tus jugadores.
Cuando veas que se enfadan por algo o tienen miedo a realizar alguna acción o
los nervios les superan, diles que intenten explicar con al menos 5-8 palabras
cómo se sienten realmente.
3. Las emociones te pueden engañar
Muchas veces las emociones
primarias de las que te hablaba antes dan pie a otras emociones.
En estos casos puedes creer que sientes una cosa cuando el origen es una
emoción diferente.
Voy a ponerte un ejemplo.
Imagina que uno de tus jugadores se siente traicionado
por ti porque no le has sacado de titular en el partido más
importante de la temporada. Aparentemente, la emoción originaria de ese
sentimiento (traición) sería el enfado.
¿Pero lo es realmente?
Si indagas en qué ha provocado su sentimiento
(traición), es probable que descubrieras
que la emoción original causante no sería el enfado, sino la tristeza.
Está enfadado porque le ha causado mucha tristeza comprobar que pese a realizar
una semana muy buena de entrenamientos, tú no has valorado su esfuerzo como él
esperaba.
4. No es bueno juzgar tus sentimientos
La función de las emociones es darte
información sobre lo que está ocurriendo. En el caso de las
emociones negativas te servirán para prevenirte, así que no te obsesiones con
ellas. Entiéndelas y obtén toda la información posible para enfrentarte al reto
del que te está avisando.
- El miedo te avisa de que no tienes recursos para solucionar lo que está pasando.
- El enfado lo vas a sentir cuando vulneren tus derechos o necesidades. Te llevará hacia el ataque o la defensa para hacerte respetar.
- La tristeza te indica la pérdida de algo que es valioso para ti y te prepara para superar esa ausencia.
¿Te has parado a pensar hacia donde te
llevan estas tres emociones si te surgen durante un entrenamiento o un partido?
Tómalas en cuenta únicamente como la
información que te ayudará a ser más consciente de ti mismo.
5. Aprende a interpretar cómo habla tu cuerpo
Una buena forma de identificar emociones es
a través del lenguaje corporal. Según sea tu estado de animo o el de tus
jugadores, así responderá el cuerpo.
Por ejemplo, hay jugadores que cuando empiezan
a enfadarse porque no les sale algo, comienzan a hacer aspavientos con los
brazos (como quejándose). Otros sin embargo, se llevan las manos a la cabeza
(como desesperación).
¿Cómo reacciona tu cuerpo ante una emoción o
sentimiento negativo?
Te propongo que hagas una prueba.
Proporciona a cada jugador y a cada componente de tu cuerpo técnico una hoja y
un lápiz. Explícales que les vas a preguntar sobre los sentimientos negativos
que pueden surgir durante un partido o un entrenamiento. Deben escribir cómo se
comporta su cuerpo en esas circunstancias. Que no escatimen en detalles y
escriban hasta el más mínimo movimiento. Después leed en voz alta cada
situación y reflexionad al respecto.
Si sois capaces de relacionar este tipo de
cambios en vuestro cuerpo con vuestras emociones seréis capaces de detectarlas
mucho antes y en consecuencia, controlarlas.
6. Si Controlas lo que piensas, controlarás tu comportamiento
Muchos jugadores y entrenadores se excusan
diciendo que cuando una situación emocional negativa les invade, pierden el
control y no son dueños de sus actos. Vale, sí, tienen razón, pero sólo en cierta
parte.
Como te decía en el primer paso, los
sentimientos son el resultado de la emoción
y de lo que piensas sobre esa emoción. No
puedes evitar la emoción, pero sí que puedes modificar tus pensamientos al
respecto.
El reto es entonces prestar atención a la
emoción que empiezas a sentir porque automáticamente te va a invadir un
pensamiento. Decide entonces qué pensamiento quieres tener y cómo deseas
comportante.
Y para elegir que pensamiento quieres tener, lo mejor es hablarte a ti mismo. Sí, sí, escúchate con tus propias palabras qué es lo que quieres hacer. Lo que digas, lo pensarás.
7. Averigua por qué los demás hacen lo que hacen
Un gran error que comentemos todos los
entrenadores es juzgar las reacciones de nuestros jugadores. Y me atrevería
decir que casi nunca vemos qué es lo que hay detrás de esas reacciones.
¿Qué emociones, sentimientos y pensamientos
puede estar experimentando uno de tus jugadores cuando su actitud es discutir
contigo constantemente?
¿Te has parado a pensar que es posible que
te tenga miedo y crea que la mejor forma de
defenderse sea alterándote?
¿Y cuando discute con el árbitro y se va del
partido?
¿Podría ser que siente miedo porque ha hecho
algo mal y no quiere perder tu confianza y se excusa en el árbitro para echar
la culpa a otros?
Buscando el por qué de las
reacciones conseguirás entender a tus jugadores. Y cuando cojas
el hábito de hacerlo podrás entender que, casi siempre, tienen motivos para
hacer lo que hacen.
8. Utiliza la asertividad para expresar tus emociones
Bueno pues ya casi estamos terminando. Ya has
aprendido a identificar y poner nombre a tus emociones, por lo que el siguiente
paso sería saber expresarlas siendo asertivo.
Para ello tienes que tener en cuenta lo
siguiente:
- Como ya te he dicho en el paso 2, escribe de forma concreta el sentimiento (presionado, asustado, eufórico, desesperado...) proveniente de la emoción correspondiente.
- Exprésate en primera persona.
- Comunica la conducta que te provoca esa emoción, sin juzgarla.
- No utilices frases que empiecen por “Tú” y continúen acusando.
Un ejemplo referente a algún jugador tuyo
podría ser: “Me siento poco valorado en el equipo porque llevo toda
la temporada sin tener minutos en los partidos, a pesar de toda mi dedicación
en los entrenamientos”.
El control de las emociones es un tema
apasionante a la vez que difícil. Pero es fundamental que lo integres en el
trabajo diario con tus jugadores para que puedas sacar el máximo provecho de
ellos.
Lecciones sobre emociones.
ResponderEliminarMuy interesante.
Complicado eso de escucharse a sí mismo. Hoy en día a la gente le gusta mucho trabajo escuchar.
¿Sabremos escucharnos?
¡Feliz semana!
Hola Manuel. Yo creo que si ponemos atención sabremos escucharnos. La cuestión es ponerse ;-)
ResponderEliminarGracias por tu comentario.
Un saludo y feliz semana